04/02/2012

La hora de fumar

Merodeando un poco por los rincones de Pashupatinath, encontré a un grupo de, cómo diría... grupo de amigos reunidos. No estaban jugando al mus ni a la brisca, pero sí andaban liados con los procedures previos a la sesión de fumar. Todos eran locales de pura cepa, excepto un tipo de piel blanca, noruego al parecer, que se había unido a ellos hace seis meses en calidad de pupilo. Sus gurús le enseñarían las artes y maneras de la meditación. De momento el chico se lo tomaba muy en serio, al juzgar por su actitud de tensa concentración que observé durante el largo tiempo que estuve ahí sentado contemplando la escena. Era como una película, en espera a ver qué pasaba, porque algo tendría que pasar con tanta preparación. El resto, sin embargo, mucho más relajados, como si estuvieran en su casa, que, por otro lado, lo estaban. No sé si eran expertos en meditación o en alcanzar niveles superiores de la consciencia, pero de lo que sí puedo dar testimonio es que eran unos másters del fumeteo. Prepararon una pipa con hachís, que por lo visto lo solían utilizar muy fuerte, y se la iban pasando de uno a otro para esnifarla. Pronto se llenó todo de un extraño olor y, tras un par de vueltas que dio la pipa, los efectos no tardaron en aparecer, sobre todo, en el tipo de barba con los atuendos más rosas. Así no es difícil ver otros mundos de colores. Lo más curioso de este asunto es que la escena presenciada constituye la forma de vida habitual de estos grupos de personas, día sí y día también.

1 comment:

The Old Charming Lady said...

Sin duda una escena para ser visionada, capturada, narrada y recordada por los tiempos de los tiempos. Amén.