La capacidad de producción de China no tiene límites, al menos aparentemente. Pueden reventar cualquier mercado internacional sin nadie que pueda competir al mismo nivel; de momento ya lo han hecho con los juguetes, muebles y zapatos. Aunque el mensaje oficial aboga en favor de la calidad de los productos argumentando que los bajos niveles de fiabilidad es una cosa superada, la realidad es que todo lo que se produce en China, por el mero hecho de salir de allí, es de dudosa reputación.
Para un observador europeo decir que China tiene un potencial descomunal es un tópico, a menudo se da por sabido y apenas se le otorga importancia, pero uno no es verdaderamente consciente del fenómeno hasta que no está literalmente rodeado por infinidad de productos y trabajadores incansables sin horario alguno.
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