¿Un telegrama? ¿Todavía existe eso? Al principio pensé que se podría tratar de algún asunto administrativo y, como no estaba en casa para recibirlo, tuve que ir a la oficina de Correos para recogerlo.
Yo: ¿Qué es?
Funcionaria desmotivada: Un telegrama.
Yo: ¿Todavía se usan?
Funcionaria desmotivada: No, ya nadie los envía. Ni los juzgados.
Yo: Pues este sí ha sido enviado.
Funcionaria desmotivada: Sí, yo sé quién ha sido porque le atendí yo misma. Es un chico que "manda muchas cosas".
Por supuesto yo ya sabía quien es ese chico que "manda muchas cosas" y que me felicita la Navidad de esta extraordinaria manera. El autor del telegrama no quiere hacerse público y prefiere mantenerse en el economato. Me lo imagino entrando en la oficina y diciendo "vengo a enviar un telegrama". Todos sin excepción pensarían que de dónde ha salido este individuo. Un suplicio para la funcionaria tener que teclear esas palabras y, cómo no, lo debió hacer con desgana y sin interés, pues escribió "AÑO NUEVON". Definitivamente quedó traumatizada, pero se tiene que considerar muy afortunada porque el texto no incluía una sola ecuación; eso ya hubiera sido demoledor.
- Rapidez: 2/10. Desde que fue enviado hasta que fue leído pasaron dos días.
- Facilidad: 3/10. Desplazamiento del emisor y receptor a Correos. Firma de dos papeles, uno de ellos rellenado lentamente por la funcionaria con varios datos manuscritos.
- Utilidad: 7/10. Sí, bastante útil (si falla el resto de medios de comunicación).
- Originalidad del remitente: 10/10. No es nada nuevo que este tipo me vuelva a sorprender, una vez más, y esa es buena cualidad.
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